La aspirina en dosis bajas o la aspirina para bebés se usa comúnmente para reducir el riesgo de eventos cardiovasculares (los que afectan el corazón y los vasos sanguíneos circundantes). A través de estudios clínicos y de observación, también se ha demostrado que la aspirina reduce el riesgo de un diagnóstico de cáncer y reduce la muerte por cáncer.
El potencial de prevención del cáncer de la aspirina se ha estudiado mejor en el cáncer colorrectal. Sin embargo, los resultados de un ensayo aleatorizado reciente sugieren que la aspirina puede tener el efecto contrario en los adultos mayores. El estudio incluyó a 19,000 adultos mayores sanos (de 70 años o más) que tenían la misma probabilidad de ser diagnosticados con cáncer. A cada participante se le asignó al azar una aspirina o un placebo y se controló durante la duración del estudio.
De todos los participantes, 1,900 fueron finalmente diagnosticados con cáncer. El uso de aspirina no pareció contribuir ni causar ningún tipo de cáncer en particular. Los investigadores encontraron que los participantes que usaban aspirina tenían un 20% más de probabilidades de ser diagnosticados con cáncer y un 30% más de probabilidades de morir de cáncer avanzado. Un resultado muy inesperado fue que los participantes del grupo de aspirina tenían un 77% más de probabilidades de morir de cáncer colorrectal que los participantes que no tomaban aspirina.
Se desconoce el motivo de los diferentes efectos de la aspirina en los jóvenes frente a los ancianos. Los investigadores están investigando si las diferencias se deben a cambios que ocurren en el sistema inmunológico a medida que las personas envejecen. Los investigadores planean observar más de cerca el impacto de la aspirina en el sistema inmunológico. Un seguimiento más prolongado de los participantes también puede proporcionar pistas importantes.
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