El cáncer es el resultado un crecimiento celular anormal y descontrolado. Aunque cada caso de cáncer es diferente y único, las características principales de todos son las mismas. Para que las células normales se vuelvan cancerígenas, deben presentarse defectos en la función de algunos genes. Estos genes se pueden clasificar en dos grupos: los genes de supresión tumoral y los oncogenes. Los genes de supresión tumoral contienen la información necesaria para producir proteínas que bloquean la división celular o que provocan la muerte de células, de forma directa o indirecta. Los protooncogenes contienen información que permite crear proteínas que promueven el crecimiento de células y la supervivencia de las mismas. Un oncogen es un protooncogen anormal y las proteínas que produce se conocen como oncoproteínas. La combinación de un exceso de oncoproteínas con una escasez de supresores tumorales puede provocar un crecimiento celular descontrolado - el equilibrio entre estos grupos es necesario para la actividad normal de células.
Se han diseñado varios tratamientos de cáncer que se concentran en tratar el desequilibrio anormal entre las proteínas de supresión tumoral y las oncoproteínas. En general, si un medicamento logra bloquear la función de una oncoproteína, las células cancerígenas no podrán recibir las señales anormales que permite su crecimiento, resultando en la muerte de estas células de cáncer. Si un medicamento promueve la actividad de proteínas de supresión tumoral, las células cancerígenas reciben señales para detener su crecimiento, también resultando en su muerte.
Los resultados de un estudio reciente con ratones, reveló que una proteína denominada DT-061 puede estimular la actividad de un supresor tumoral llamado PP2A, cuya función involucra el bloqueo de oncoproteínas importantes, como la c-Myc. El descubrimiento de esta habilidad que posee la DT-061, presenta posibilidades para el desarrollo de nuevos tratamientos de cáncer.