Las células normales y sanas utilizan proteínas específicas llamadas factores de transcripción para regular la actividad de sus genes. Es importante destacar que esto se hace de una manera estrictamente controlada. Cuando el factor de transcripción NF-κB funciona normalmente, es capaz de apagarse y encenderse y, por tanto, se conserva la función celular. En muchos casos de cáncer, sin embargo, NF-κB ha perdido su "interruptor de apagado", lo que conduce a una actividad genética no regulada (transcripción).
Los científicos de la Universidad de Michigan han descubierto un factor clave que conduce a la desregulación de NF-κB en el linfoma de tejido linfoide asociado a mucosas (MALT). Las proteínas API2 y MALT1 se fusionan para formar una nueva proteína no natural. Esta oncoproteína de fusión se une a la quinasa inductora de NF-κB (NIK) y la escinde, eliminando así la región reguladora de la quinasa y dando lugar a la actividad constante de la vía NF-κB. Ni API2 ni MALT1 parecen capaces de escindir NIK por sí mismos. Es solo la proteína de fusión la que tiene esta actividad.