Desde que se descubrieron los primeros virus que pueden causar el cáncer en conjunto con sus oncogenes (genes que causan el cáncer), la investigación genética del cáncer se ha centrado en los cromosomas. Los seres humanos tienen 23 pares de cromosomas compuestos por un total de 20 000 genes. Ciertamente, hay mucho por estudiar y comprender, pero vamos descubriendo que hay aun más que podemos investigar.
Las células cancerígenas tienen una genética anormal, pues aumentan la actividad de los genes que están involucrados en el crecimiento y la reproducción celular y rechazan a los genes que impiden que se lleven a cabo estos procesos. Varias investigaciones recientes han demostrado que algunos de estos genes pueden terminar en pequeños trozos circulares de ADN que existen fuera de los cromosomas en los que normalmente existen. Una vez que estos genes importantes abandonan su ubicación normal, ya no se pueden controlar de manera adecuada.
Cuando se encuentran varias copias de los genes ubicados en estos círculos de ADN, se puede desarrollar la resistencia a los medicamentos como resultado de un cambio en el comportamiento de las células cancerígenas. Los estudios han demostrado que estos círculos pequeños están presentes en muchos tipos de cáncer y están asociados con cánceres agresivos. La comprensión del papel que desempeñan estos pequeños anillos de ADN puede ser fundamental para nuestra capacidad de predecir y tratar el cáncer.